Por Lidia Estévez Ardao
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10 de junio de 2022
Ahora escribo esto sin poder evitar que me salga una sonrisa en la cara, por lo bien que lo pasamos y lo bien que salió todo, pero no os puedo contar este día solo sin contaros los días previos. Ya estaba hecho, ya estábamos embarcadas en la nueva aventura y teníamos una mezcla de emociones enorme en el cuerpo. Estábamos muy felices e ilusionadas porque, como ya sabéis, trabajar juntas y más siendo algo nuestro nos hacía muchísima ilusión. Pero a la vez estábamos llenitas de miedos y nervios. Necesitábamos que todo saliera perfecto. Como os contamos en el "conócenos" tenemos cosas muy diferentes y otras muchas parecidas y una de las parecidas es que nos exigimos un montón porque nos gusta que las cosas queden perfectas, y esto no podía ser menos en la inauguración de Salitre. La semana anterior a la inauguración fue caótica, teníamos que cerrar un montón de cosas como la colocación de las cosas, la decoración, la comida, la bebida, la cartelería, estábamos empezando con las redes, preparando la web... y un montón de cosas más que conlleva emprender. Por todo eso estábamos muy nerviosas y nuestras cabecitas iban a mil por hora pensando ideas y organizando a la vez. Sólo hablábamos la una con la otra y en los momentos que no hablábamos no era porque estábamos descansando, era porque estábamos pensando y dándole vueltas todo el rato a todo. Ahora nos lo tomamos a risa pero ni nuestras familias nos podían hablar si la frase no empezaba por Salitre. Me acuerdo perfectamente el día anterior, a última hora fuimos a colocar todo, nos vinieron a ayudar nuestras familias, pero Iria y yo teníamos todo tan claro en nuestra cabezas que aunque nuestras manos trabajaran por separado estábamos las dos haciendo lo mismo, super sincronizadas y muy felices del resultado. Por fin llegó el día, madrugamos y desayunamos juntas para empezar a colocar todo, ahora si, lo que teníamos claro, era que saliera como saliera queríamos disfrutar del día y que quedara grabado para siempre. Empezó a llegar la gente a saludarnos y nos dejamos llevar, lo cierto es que Iria trabajó un poco más que yo, porque los que me conocéis sabéis que me encanta besuquear, abrazar y hablar con todos, a Iria lo de besuquear le cuesta un poco más pero ya la estoy acostumbrando dejándola sorda con mis besos de sonido. La verdad es que se llenó, vino un montón de gente a vernos, a tomar el vermú y brindar con nosotras por Salitre Joyas. El tiempo nos acompañó ya que lucía el sol, y el sitio que elegimos fue inmejorable porque de fondo teníamos a nuestras Illas Cíes vigilándonos muy de cerca y creo que todo el mundo disfrutó un montón! Solo podemos daros las gracias a todos por estar ahí, de una manera o de otra! Porque sin vosotros nuestro sueño no se podría hacer realidad!